jueves, 16 de mayo de 2013

En defensa de Alain Prost


Al respecto de la imagen de Prost como el “Salieri” se la F1 de los 80-90, os recomiendo la lectura de este magnífico post de Graham Keilloh en el blog “Talking about F1”, que me he permitido traducir aquí.

Credit: Mark McArdle
 El post fue redactado en 2011, poco después de la publicación del exitoso documental sobre la vida de Ayrton Senna. En dicho documental, la figura de Alain Prost salía bastante mal parada, pese a haber colaborado activamente con los autores del mismo. La imagen del piloto francés que traslada el documental es la de un piloto poco dotado que recurre al politiqueo para lograr lo que no puede obtener en la pista.

Seguramente los autores de este magnífico documento gráfico sobre la vida del piloto brasileño necesitaban un villano en su historia, y Prost era el candidato perfecto. Como piloto era una imagen en negativo de Senna: donde uno era puro talento, el otro era método, en un lado el carisma y la juventud, en el otro un aspecto físico poco agraciado y un carácter reservado.

Pero esta imagen es profundamente injusta. En ocasiones se olvida que Prost ganó 4 mundiales, logrando el record de victorias – hasta la llegada de Shumacher – enfrentándose a grandísimos pilotos, muchas veces en inferioridad mecánica.

El siguiente post trata de rehabilitar la figura del francés. No puedo estar más de acuerdo con su contenido.

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Yo, como la mayoría de la gente que lo ha visto, considero un triunfo la película recientemente publicada sobre Senna, por varias razones. Pero tengo que hacerle una gran crítica a la película: es inmensamente dura en el tratamiento que hace del principal rival de Ayrton Senna, Alain Prost.

Prost es presentado poco menos que como el villano de la historia, con el excomentarista de la cadena de televisión ESPN, John Bisignano, describiéndolo como un piloto que conducía para asegurar puntos en lugar de obtener victorias, y que usaba la política para prevalecer en lo deportivo.

Puedo entender hasta cierto punto por qué lo han hecho. Los guionistas sentían que el film necesitaba tener una narrativa coherente al estilo de Holywood, con un protagonista y un antagonista. Pero el problema es que su presentación de Prost es bastante cínica y ofrece la interpretación más negativa posible de él como persona y piloto.

Siempre he pensado que Prost ha sido curiosamente infravalorado como piloto en general (y esto lo dice alguien que pasó su niñez idolatrando a Senna como a un héroe). Esto ha sido así mucho antes de que el film sobre Senna fuese siquiera concebido, de hecho así se comentaba frecuentemente durante su carrera y después de ella. Siempre digo que si pudiese comprar acciones de expilotos de F1, sin duda compraría acciones de Alain Prost. Siento que su valor sólo puede subir: debe llegar un momento en el que su genio al volante reciba de la historia el amplio reconocimiento que merece.

En primer lugar, los números. En una carrera profesional en la F1 a lo largo de 13 temporadas, Prost ganó cuatro campeonatos mundiales. Y muy fácilmente podría haber ganado nada menos que cinco títulos más (1981, 1982, 1983, 1984, 1988 y 1990) pero diversos factores en los cuales no tuvo responsabilidad le privaron de conseguirlo. Podríamos argumentar también que Prost fue el último piloto capaz de ganar un campeonato con un monoplaza que no era ni de cerca el más competitivo, como indudablemente logró batiendo a los Williams-Honda en su título de 1986.

Logró la victoria en 51 grandes premios, y 106 podios en 202 carreras. Y todo ello en una época en la que los coches no eran ni mucho menos tan fiables como ahora, y Prost estaba invariablemente arriba frente a un elenco de grandes estrellas de su tiempo: Senna, Lauda, Rosberg, Mansell, Piquet entre otros (y de ellos, todos excepto Piquet fueron durante algún momento compañeros de equipo de Prost. Nada que ver con los compañeros-escuderos al estilo de Shumacher).

De acuerdo, las estadísticas en sí mismo no significan mucho. Lo cuál tampoco le viene mal a Prost dado que hay muchas otras cosas que apreciar de él además de los números.

Prost, apodado “el Profesor”, se asocia habitualmente con el cálculo y la consistencia en lugar de la conducción espectacular, lo cuál es seguramente a lo que John Bisignano se refería en parte. Sin embargo es menos recordado que Prost también era tremendamente rápido, y que cuando era necesario podía ir rueda con rueda con sus rivales de forma tan decidida y agresiva como cualquier otro. Como un periodista australiano dijo una vez, Prost tenía la cabeza de Stewart y el pie derecho de Villeneuve.

Credit: Stuart Seeger
Si alguien duda de la velocidad y el valor de Prost, para empezar debería leer esta cita de Lauda: “En calificación, especialmente, necesitas ese algo extra, una mezcla de entusiasmo y locura. Prost – seis años más joven – era más capaz de eso que yo. En Mónaco en particular, no podía creer cómo podía avanzar entre el tráfico”.

¿Y qué tal esta de Keke Rosberg, ampliamente considerado como el piloto de F1 más rápido y valiente durante gran parte de la década de los 80, después de enfrentarse a Prost como compañero de equipo? “Es el mejor que he conocido, sin duda. Como piloto completo, está por encima de cualquier otro contra el que haya corrido, porque es brillante en todos los apartados… y es terriblemente rápido. Te lo puedo asegurar”.

La carrera de Prost en la F1 está repleta de momentos de conducción ofensiva del tipo que asociaríamos más naturalmente con Gilles Villeneuve o Lewis Hamilton que con “el Profesor”. Por ejemplo, en el gran premio de Sudáfrica de 1982, cuando estaba liderando la carrera transcurrida la mitad de la misma, Prost pinchó uno de sus neumáticos. Los consiguientes tres cuartos de vuelta rodando con un neumático triturado y un pit stop (largo, ya que no se entrenaban como ahora) lo relegaron a la octava posición con una vuelta menos. Pero Prost se sobrepuso, rodó consistentemente 3 segundos más rápido que cualquier otro piloto (incluido su compañero de equipo René Arnoux, que lideraba la carrera) y logró recuperar la primera posición a falta de nueve vueltas – tan sólo 27 vueltas después de su pinchazo – la cuál pudo retener para lograr la victoria.

Más tarde en el gran premio de Bélgica de 1986, en el clásico circuito de Spa, se vio envuelto en el accidente de otro piloto en la primera vuelta, lo cuál daño su alerón frontal. Un largo rato perdido en el accidente, una vuelta lenta y una larga parada en boxes para reponer su alerón lo dejaron lejos de la cabeza. Prost empezó entonces a rebajar el record de vuelta rápida repetidamente, sin utilizar nunca su turbo, hasta lograr el último punto en disputa gracias a su sexta plaza. Y lo hizo en un coche dañado, con los anclajes de su motor doblados y sus suspensiones dañadas en el contratiempo de la primera vuelta. En palabras del diseñador de Mclaren John Barnard: “¡el coche parecía un plátano!”.


Credit: Lothar Spurzem
El año siguiente en Suzuka se produjo una actuación similar. Esta vez fue un pinchazo temprano de Prost lo que le retrasó, dejándolo tan atrás que le costó 22 vueltas de las 53 de que constaba el gran premio poder contactar con el siguiente coche. Pero nuevamente Prost fue rápido a pesar de todo, logrando recuperarle prácticamente una vuelta al ganador de aquel gran premio, Gerhard Berger (logrando una vuelta rápida 1,7 segundos mejor que el siguiente piloto más rápido), hasta lograr la séptima plaza, fuera de los puntos por sólo una posición.

Y hay muchos ejemplos como estos, como cuando batió claramente a su compañero de equipo Senna siendo más rápido en México, Francia y cualquier otro sitio en 1988, ganando la carrera mexicana saliendo de la posición 13 en la parrilla de salida, o arrastrando a un desdibujado Williams en la calificación y en la carrera hasta ganar en Barcelona en 1993. Y luego tenemos la carrera de Imola ese mismo año, cuando justo una carrera más tarde del famoso triunfo de Senna en Donnington en pista mojada, Prost acosó por todas partes al Mclaren de Senna en la húmeda fase inicial de la carrera, hasta lograr la victoria.

De hecho, en situación de carrera a Prost raramente le faltaba velocidad. Este hecho lo demuestra su colección de 41 vueltas rápidas a lo largo de su carrera, un record que perduró hasta que lo batió Shumacher (junto a cualquier otro record).

De hecho, él mismo nunca estuvo de acuerdo con la imagen de “rodar y recoger puntos”  que se le atribuía permanentemente. Después de ganar su primer título en 1985, Prost comentó: ‘…las dos últimas carreras realmente no he disfrutado, para ser honesto. Conducir carreras tácticas no es lo que me gusta hacer. Puedo correr Kyalami y Adelaida (las dos últimas carreras de la temporada) ahora, y sentir que puedo ir a por la victoria, lo que es mucho más natural para mi’. Y en una frase que podría haber sido una respuesta a Bisignano, sobre las carreras tácticas, dijo: ‘Todo el mundo – Keke (Rosberg), Piquet - habría corrido este tipo de carrera en las mismas circunstancias’.

Y mientras Prost es frecuentemente visto como un blandengue, de hecho rara vez le faltaban agallas en las luchas cuerpo a cuerpo en la pista. Después de todo no titubeó cuando Senna trató de empujarlo hacia el muro de boxes a 300 km/h en Estoril en 1988. Dos años antes, esta vez en Montreal, y contra el mismo rival, Prost mostró un temple similar. Por aquel entonces había unas curvas rápidas encadenadas derecha-izquierda-derecha con muros muy cercanos a la pista (ahora hay una recta en su lugar). Prost, habiendo intentado adelantar a un incómodo Senna durante muchas vueltas, metió finalmente el morro en esa zona, ocupando de forma decisiva la trazada buena y forzando a Senna a soltar el acelerador y poner medio coche en la hierba, cediendo así su posición.


Alain Prost at Zandvoort in Renault RE40


Por lo tanto, viendo todo esto, podríamos preguntar por qué Prost continúa siendo infravalorado para la posteridad. Bajo mi punto de vista, parte de la razón puede estar relacionada con la manera en que Prost se manejó dentro y fuera de la pista.

En ambos casos, no hubo nada de leyenda dramática, confrontación continua, altercados y carisma místico que caracterizó la existencia de Senna, y su póstuma mitología. Prost, a diferencia de Senna (también de Mansell y otros), tendía generalmente a gestionar sus asuntos sin alborotos, especialmente cuando se trataba de competir.

Asimismo, la apariencia de Prost, de alguna manera, enfatizaba esta diferencia. Prost era físicamente bajo, tenía el cabello ralo y rizado, la nariz torcida, un atuendo a menudo deprimente y una completa falta de pretensiones y auto-promoción. Ciertamente al mirarlo difícilmente veías el arquetipo de una superestrella internacional. Nunca fue el héroe romántico y carismático que fue Senna. Y la voluntad de Prost de hablar con franqueza sobre varios asuntos, que a menudo incluían a la FIA y las deficiencias de su propio equipo, le hacían ser visto por muchos como una especia de cascarrabias (una acusación que a menudo Senna trató de imputarle). Y por alguna razón, en gran parte la entrada de Senna – de forma merecida, bajo mi punto de vista - a formar parte del folclore de la fórmula 1 ha sido a costa de ensuciar la reputación de su rival Prost al mismo tiempo. Injusto, y también innecesario, en mi opinión.

Y en carrera Prost nunca parecía rápido. Pero en lugar de haberse visto como una debilidad debería  haberse valorado como la mayor virtud del genio de Prost.

Nigel Roebuck una vez comentó: ‘Problabemente nadie ha hecho que conducir un coche de fórmula 1 pareciese tan fácil como Prost. Era misteriosamente suave. Recuerdo verlo un año en la calificación en Mónaco junto a Denis Jenkinson, hablando sobre quién iba a lograr la pole. Había varias posibilidades, y entonces, de pronto, anunciaron que Prost había superado el anterior mejor tiempo. “¿De dónde demonios ha salido?” Dijo Jenks. “No me había dado cuenta de que estaba ahí”’.

Algo similar sucedió en 1986 en el mismo lugar. Prost logró la pole y la victoria fácilmente, pero cualquiera de los presentes que no tuviese un cronómetro en la mano habría podido pensar razonablemente que era el piloto más lento en la pista. Mientras todos los demás rozaban las barreras y se subían por los pianos, Prost, muy por delante, parecía pilotar sin urgencias y completamente suave y preciso. Como Jackie Stewart dijo ‘Para algunos, esto es aburrido, pero esto es arte, y mucho más difícil que lanzar el coche contra las paredes’.

Nigel Mansell, habiendo observado a Prost de cerca como compañero de equipo (y en general solía estar muy por detrás en la pista) una vez describió a Prost con desprecio como un “chofer”, en el sentido de que dejaba al coche hacer el trabajo. La respuesta de Prost fue ligeramente incrédula, apuntando que justamente ese era el objetivo de la competición. En cierto modo Mansell podría haber dado una clave sobre Prost: es posiblemente más difícil para el espectador apreciar a un piloto que hace un duro trabajo en una sesión de entrenamiento sin glamour, o en una sesión privada con sus ingenieros, en lugar de lanzar el coche de punta a punta de la pista o haciendo espectaculares adelantamientos. Pero Alain Prost estaba en lo cierto, configurar y desarrollar un coche es parte del juego.
Credit: Stuart Seeger
Otro antiguo compañero de equipo, Eddie Cheever, estaba de acuerdo con él: ‘Si tú habías hecho una buena carrera, el siguiente fin de semana iba a ser un infierno, porque él (Prost) se iba a asegurar de dar un paso adelante, y era difícil seguir su ritmo. Debo decir que él nunca hizo algo de forma sucia. Nunca me he cruzado en mi vida con alguien tan orientado a los detalles como Prost. Simplemente hacía su trabajo, era como un pequeño general’.

‘Alain era un genio cuando se trataba de la puesta a punto, y sólo empecé a apreciarlo cuando conduje en la Indy las primeras dos o tres veces. Si el coche no se podía manejar bien, sólo tenías que aguantar, y entonces empezar a trabajar hacia una buena puesta a punto al final de la tanda. Sólo entonces empecé a aprender un poco sobre cómo lo hacía Prost, era simplemente fenomenal’.

También había cierta falta de alboroto en la progresión de Prost los domingos. Al contrario, su progresión vuelta a vuelta era tranquila, pero no por ello menos inexorable. Patrick Head lo resumía así: ‘A menudo estábamos muy por delante de él al principio, y pensábamos “¿Dónde diablos está Alain?”. Había calificado tercero o cuarto, hecho una salida lenta, y pensabas: “Genial, está noveno o lo que sea, nos lo hemos quitado de en medio”. Pero entonces veías que estaba sexto, quinto, cuarto, tercero, y pensabas: “Oooh, mierda”. Pero así era él, ¿verdad? Esa calidad inexorable’.

Sus maniobras de adelantamiento tenían una virtud similar, casi nunca bloqueaba las ruedas o metía los codos para pasar, sus adelantamientos eran siempre limpios. Esto lo explicaba muy bien Rob Walter: ‘Las maniobras de adelantamiento de Prost eran elegantes en sí mismas, ¿verdad? Tan elegantes y seguras, como un ballet’.

La reputación de Prost posiblemente no se ha visto ayudada por el hecho de que él tendía a ocultar su brillo la mayor parte del tiempo. Leí una vez una historia en este excelente artículo sobre Prost a cargo de Meter Dick, sobre la primera época de Prost en la escuela de pilotos Winfield en Paul Ricard, que de alguna manera resume cómo es Prost. Inicialmente parecía un piloto de talento y velocidad media en comparación con otros pilotos de la escuela, pero cuando un día llovió, los instructores notaron que él estaba frenando al final de la recta en el mismo punto que lo hacía cuando la pista estaba seca, y al final Prost superó a sus rivales fácilmente. Parece ser que antes del final Prost estaba adaptando su velocidad a la del resto, para luego destrozarlos en el preciso instante en que sus rivales menos preparados estaban para responder. Y todo este poder mental y disciplina se mostraba en un piloto que apenas estaba empezando.

Y así iban a ser las cosas en adelante. La habilidad de Prost para pensar a lo largo de todo el fin de semana no tuvo rival a lo largo de su carrera, y posiblemente de toda la historia de la fórmula 1. Nuevamente esto debería verse como una fortaleza más que como una debilidad. Como Fangio, Stewart y otros antes de él, Prost era partidario de ganar a la menor posibilidad posible, preservando su coche y a sí mismo tanto como fuese posible. Quizá en el extraño mundo de la F1 esta visible falta de drama lo ha llevado a ser infravalorado en lugar de apreciado.

Pero, ¿realmente el prodigioso uso que “el Profesor” hacía de su inteligencia debería ser celebrado? Existen algunos clásicos ejemplos de Prost sorprendiendo a sus oponentes con contundencia. En Monza 1988, un año en que él y Senna dominaban el mundial con sus Mclaren-Honda, y con sus esperanzas de conseguir el mundial pendiendo de un hilo, descubrió pronto, mientras estaba en segunda posición detrás de Senna, que su motor no iba a durar toda la carrera. Así que decidió poner al máximo su motor, lo cuál incrementaba su consumo de gasolina, esperando que Senna hiciera lo mismo. Senna mordió el anzuelo, de manera que cuando Prost se retiró tuvo que reducir desastrosamente su velocidad para poder finalizar. Cuando los Ferraris se acercaron, Senna tuvo un incidente con un coche más lento en la penúltima vuelta, dejándole fuera de carrera y manteniendo a Prost en el liderato del mundial. En la siguiente cita, en Estoril (Portugal), Prost era el más rápido de los Mclaren en calificación. Mucho antes del fin de la sesión se desabrochó los cinturones de seguridad, abandonó su coche y apareció vestido de calle por el box de Mclaren, dando vueltas despreocupadamente. Esto logró el deseado efecto sobre su compañero de equipo, que se desesperaba cada vez más tratando de batir los tiempos de Prost, yendo como resultado más y más lento cada vez.

Otra razón por la que deberíamos admirar a Alain Prost, y en mi opinión no es un detalle menor, es que su conducta en la pista era absolutamente limpia. En una época en la que la ética en la pista decayó notablemente, Prost mantuvo la resolución de ser fiel a sus principios. Sí, probablemente sabía lo que hacía en la colisión con Senna en Suzuka 1989, pero yo por lo menos puedo perdonarle una aberración en relación a toda una larga trayectoria profesional.

Es también irónico que sea una creencia común pensar que Prost era una persona cercana al presidente de la FISA Jean-Marie Balestre y que ese politiqueo le ayudó a lo largo de su carrera, como proclamaba Bisignano. Pera la mayor parte del tiempo no mantuvieron buena relación, principalmente por la tendencia de Prost de hablar con franqueza de sus percepciones y las carencias de los poderes fácticos.

En mi opinión, el personaje que Alain Prost ha desarrollado sobre si mismo, tanto durante su carrera como posteriormente, se ajusta poco a la realidad. Sí, Prost destacaba en el cálculo y evitando la fuerza bruta, pero también debería apreciarse que era tan rápido como el que más y un magnífico corredor. Y que su sobrecogedora suavidad, habilidad en la puesta a punto, y la inexorable naturaleza de su progresión en carrera son facetas que deberían ser admiradas en lugar de ser vistas como razones para desacreditarlo. Es seguramente uno de los pilotos de competición más impresiones que el mundo haya visto. Ya es hora de que volvamos a valorar a Alain Prost.


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