Lo que ignoran los que hacen este segundo comentario es que la F1, a diferencia de otras competiciones de motor, no es una competición únicamente de pilotos, es de escuderías. La competición entre ingenieros y la permanente innovación es lo que han hecho de la Fórmula 1 algo único, diferente a cualquier otro campeonato.
Sin embargo, esta característica esencial de la Fórmula 1 choca con la parte humana de la competición. Grandes pilotos como Ayrton Senna, Fernando Alonso o Gilles Villeneuve se han enfrentado, en algún momento de su carrera deportiva, a la frustrante circunstancia de competir con rivales menos dotados que ellos, pero que disponían de mejor montura.
La pregunta surge inevitablemente: ¿qué es más importante, el piloto o el monoplaza?
El monoplaza, condición sine qua non
No hace falta dar muchas vueltas a la cuestión. Sin un buen monoplaza, un piloto no puede aspirar a ganar un mundial de Fórmula 1 y difícilmente puede siquiera ganar un gran premio. O dicho de otra manera: cuando una escudería logra desarrollar un monoplaza dominador, es virtualmente imposible que pierdan el campeonato, por mediocres que sean sus pilotos.
La temporada 2014 es un buen ejemplo de ello: el campeonato va a ser ganado por Mercedes, sólo falta por ver a través de cuál de sus dos pilotos, Rosberg o Hamilton. Y si sus pilotos fuesen Chilton y Maldonado, también ganarían. Quizá con menos puntos, con menos victorias… pero el campeonato difícilmente se escaparía.
El papel del piloto
Pero no en todas las temporadas aparece un monoplaza dominador. En ocasiones – menos de las que desearíamos – varias escuderías compiten con cierta igualdad. Y es ahí donde emerge la figura del piloto, el factor humano que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Las temporadas de Alonso en 2010 y 2012, o las de Senna en 1992 y 1993, son demostraciones de cómo un piloto puede llegar a competir con un coche inferior y llegar a ganar grandes premios e incluso rivalizar por el campeonato.
En cierto modo, es en circunstancias de inferioridad cuando sale a relucir la auténtica valía del piloto, cuando podemos discriminar qué parte del éxito de un piloto se ha debido a la fortuna de pilotar el mejor coche y qué parte debe atribuirse a su talento.
¿Cómo medir el talento de un piloto?
En estas cuestiones es fácil tirar de apreciaciones subjetivas, en algunos casos infundadas, para juzgar a unos y a otros. Muchos restan valor a los campeonatos de Vettel, un tetra-campeón del mundo, por la supuesta superioridad de su escudería durante los años 2010-2013. Olvidan que Vettel ya cuajó un extraordinario campeonato, un año antes de su primer mundial, quedando segundo detrás de Jenson Button a los mandos de un insuperable Brown GP, y superando a Barrichello, un piloto no menor a los mandos del mismo monoplaza dominador.
No es fácil encontrar datos que permitan discernir la valía de un piloto con independencia de su montura. Pero hay dos circunstancias que, de suceder, suelen tener a un gran piloto detrás, capaz de superar las prestaciones de su monoplaza. Una de esas circunstancias es una victoria inesperada, lograda en una escudería con pocas aspiraciones. Otra, los campeonatos del mundo obtenidos en una escudería que no ha logrado ser la mejor del campeonato.
En este post hablaremos de las victorias inesperadas.
Y de repente, un extraño
Cuando empieza un campeonato, es sencillo nombrar qué escuderías aspiran a lograr victorias. En 2014, sería extraño ver una victoria que no sea de un Mercedes, Red Bull, Williams o Ferrari.
He revisado los datos de los grandes premios disputados durante los últimos 40 años, a la búsqueda de victorias inesperadas. Siempre he encontrado dos pautas: circunstancias absolutamente rocambolescas, en las que ha sido posible romper la tiranía de las grandes escuderías, y pilotos excepcionales que aprovechan la menor oportunidad para vencer con un monoplaza inferior. Veamos a los protagonistas de estas victorias, empezando por las más recientes.
2012 – Maldonado (Williams)
La última vez que asistimos a una victoria realmente inesperada fue en 2012. Maldonado había marcado el segundo mejor tiempo en los entrenamientos, tan sólo superado por un Lewis Hamilton que posteriormente sería penalizado por detener el coche en la pista (sin combustible). Pastorcito heredó la pole position y, contra todo pronóstico, venció una carrera en la que tuvo una fuerte oposición de Alonso y su Ferrari, rompiendo una sequía de 8 años sin victorias para la escudería Williams, una de las más laureadas de la historia.
Para poner en contexto la victoria: Pastor no logró pasar del 5º puesto en todo el resto del campeonato, acabando el 15º en la clasificación general. Williams fue superada por 7 escuderías en el mundial de constructores.
Este resultado pronosticaba una carrera llena de éxitos para Pastor Maldonado. Nadie duda de su capacidad de ir rápido, sin embargo, su extrema facilidad para provocar accidentes de todo tipo no le ha permitido volver a brillar. Su fichaje en 2014 por Lotus, justamente el año del declive – técnico y económico – de esta escudería, puede haber sido su sentencia en el gran circo.
2008 – Vettel (Toro
Rosso)
En 2008 Robert Kubica logra la primera y única victoria de la escudería BMW (fundada sobre la base de Sauber), pero no podemos hablar de sorpresa. BMW llevaba rozando la victoria durante mucho tiempo, lo cual permitió a Kubica finalizar cuarto el mundial y a su escudería ocupar la tercera posición entre los constructores.
La auténtica sorpresa de 2008 la da un jovencísimo Sebastian Vettel, logrando una victoria sobre mojado a los mandos de un Toro Rosso. Es necesario valorar en su justa medida esta hazaña: es la única victoria de esta escudería en su historia y la victoria del piloto más joven en toda la historia del campeonato. Aquella temporada hubo 5 escuderías por delante de Toro Rosso en el mundial.
La proeza de Vettel se fraguó en una caótica sesión de entrenamientos, en la que las cambiantes condiciones retrasaron a los Ferrari y Mclaren. Lo que nadie podía augurar era la extraordinaria carrera del joven alemán, capaz de mantener a raya a sus rivales tanto sobre mojado como sobre seco, dominando el gran premio de principio a fin. Había nacido una estrella.
En una temporada de rotundo dominio de Ferrari en plena era Shumacher, Jarno Trulli logra una inesperada victoria con un Renault. Tuvo que ser en Mónaco, otro escenario clásico de resultados inesperados. El gran premio tuvo de todo: salidas abortadas, accidentes, safety cars… y una polémica acción de Ralf Schumacher que privó a Alonso de disputar la sorpresa con el otro Renault en pista.
Su victoria se gestó en una pole position estratosférica, bajando del minuto y catorce segundos, la vuelta más rápida en la historia de este gran premio. Renault se había mostrado como una escudería medianamente competitiva durante las 2 temporadas anteriores, por lo que el mérito de la victoria podría parecer relativo, pero el escenario y la forma en que el piloto italiano controló la carrera no deben ser menospreciados.
2003 – Alonso (Hungría)
Ganar un gran premio no está al alcance de todo el mundo. Lograrlo con una de las escuderías que no aspiran al mundial, está al alcance de menos. Eso es lo que hizo Alonso en Hungría en 2003, y lo hizo con un dominio aplastante y sin circunstancias que alterasen el curso normal de la carrera. Simplemente fue el mejor.
Sin duda el Renault era un coche competitivo, pero su victoria, lograda por el piloto más joven de la historia en ese momento, en una temporada de dominio de Ferrari y Williams, no entraba en los pronósticos. Anunciaba el nacimiento de un gran campeón.
2003 – Fisichella (Brasil)
Caos absoluto en el gran premio de Brasil 2003, bajo un tremendo aguacero. Numerosos accidentes dejan fuera a los principales favoritos. La victoria va a parar a Fisichella y su Jordan, con polémica incluida: los comisarios dieron como vencedor inicialmente a Raikonnen, por lo que tuvieron que intercambiar trofeos la siguiente semana (ver foto). La carrera se tuvo que interrumpir tras un brutal accidente en cadena entre Webber y Alonso.
El de Brasil es un caso bastante único. Tan inesperada era la victoria de Fisichella como extrañas las condiciones en que se produjo. Jordan fue la segunda peor escudería de la temporada, por delante únicamente de Minardi. Fue una de esas victorias en las que el principal acierto del ganador fue mantenerse en pista y acertar con los cambios de gomas.
1998 – Damon Hill (Jordan)
Si estrambótica fue la victoria de la escudería Jordan en 2003, la que obtuvo en 1998 de la mano de Damon Hill no le fue a la zaga. Aquel año, en el espectacular circuito belga de Spa, el hijo del mítico Graham Hill logra su última victoria en F1 y probablemente la más valiosa, al hacerlo a los mandos de un Jordan. Sus 19 triunfos anteriores siempre fueron pilotando un poderoso Williams, el coche dominador de los 90.
Su victoria en 1998 en Bélgica vino precedida por un accidente caótico en la salida que dejó fuera de combate nada menos que 13 coches. Carrera sobre mojado, como no. Sin intención de restar méritos a Hill, no es lo mismo competir contra la mitad de la parrilla… Vale la pena ver el video del accidente. Nunca antes se había generado una chatarra tan cara en tan pocos segundos.
En su favor, decir que Hill salía de un meritorio tercer puesto de la parrilla, y que tuvo la habilidad de evitar el accidente masivo pese a que sucedió justo delante suyo, cuando Coulthard perdió el control de su monoplaza.
1996 – Olivier Panis (Ligier)
Si tengo que quedarme con la victoria más sorprendente de los últimos 40 años de Fórmula 1, la de Panis y su Ligier en Mónaco 96 estaría entre las 2 o 3 finalistas. Olivier Panis nunca más ganaría un gran premio en una trayectoria profesional que se extendió hasta los 40 años. Y Ligier distaba de ser la escudería que animó los campeonatos de los años 70, lo que le acabó conduciendo a su desaparición pocos años después. Sin duda, si alguien hubiese apostado por Panis ese día, habría ganado mucho dinero.
¿Cómo pudo darse una victoria de un piloto menor en un monoplaza tan poco competitivo? Condiciones extremas bajo lluvia en un circuito urbano tan complicado como es Mónaco motivaron que sólo finalizasen 3 monoplazas. Panis tuvo el acierto de ser el primero de ellos, pese a partir de la 14ª posición de la parrilla.
En una temporada de dominio aplastante de Nigel Mansell y su Williams, con esporádicas victorias de Mclaren, sólo Schumacher y su Benetton lograron romper la monotonía con una victoria en Bélgica. Fue la primera victoria de las 91 que lograría en su carrera y la última de un monoplaza con cambio de marchas manual, algo que suma mérito a su resultado
Como muchos otros grandes campeones, Michael inauguraba su casillero de victorias en una escudería que en aquel momento no era ganadora. Sin duda Benetton llevaba años obteniendo buenos resultados, con victorias aisladas en campeonatos previos, pero estas victorias siempre llegaban en circunstancias excepcionales. Benetton se labró un currículum recogiendo las migajas que dejaban Mclaren y Williams, asentando una estructura que posteriormente daría dos mundiales al piloto alemán, y varios años después, ya bajo la denominación Renault, dos más para el piloto español Alonso.
Michael completó una buena temporada en el 92, acabando tercero en el campeonato, la misma posición que ocupó su escudería en la clasificación de constructores. El Benetton era un gran coche, pero el extraordinario nivel de los Williams aquella temporada da brillo al papel realizado por esta escudería, y especialmente al de su entonces joven promesa.
1989 – Nannini (Benetton)
Si decimos que Alessandro Nannini obtuvo su única victoria en la F1 a los mandos de un Benetton, en una época de fuerte dominio del binomio Mclaren-Honda, puede parecer sorprendente. Si aclaramos que la victoria fue en Japón, después de que los dos pilotos de Mclaren, Senna y Prost, chocasen entre ellos, se entiende mejor. Estamos hablando del célebre episodio que decidió el mundial del 89. A río revuelto, ganancia de pescadores… y Nannini supo pescar su victoria el día en que todos los focos apuntaban al duelo que se estaba disputando por el título mundial.
Alessandro era un prometedor piloto. Su carrera se vería truncada tan sólo un año más tarde, al perder un brazo en un accidente de helicóptero, después de haber rechazado fichar por Ferrari y seguir apostando por la escudería que había confiado en su talento. Siempre ha quedado la duda de dónde podría haber llegado.
La auténtica sorpresa de 2008 la da un jovencísimo Sebastian Vettel, logrando una victoria sobre mojado a los mandos de un Toro Rosso. Es necesario valorar en su justa medida esta hazaña: es la única victoria de esta escudería en su historia y la victoria del piloto más joven en toda la historia del campeonato. Aquella temporada hubo 5 escuderías por delante de Toro Rosso en el mundial.
La proeza de Vettel se fraguó en una caótica sesión de entrenamientos, en la que las cambiantes condiciones retrasaron a los Ferrari y Mclaren. Lo que nadie podía augurar era la extraordinaria carrera del joven alemán, capaz de mantener a raya a sus rivales tanto sobre mojado como sobre seco, dominando el gran premio de principio a fin. Había nacido una estrella.
2006 – Button (Honda)
Button logra su primera victoria en un Gran Premio a los mandos de un Honda pese a salir en la 14ª posición debido a una penalización por cambio de motor. La remontada, al igual que gran parte de las victorias inesperadas de este post, se produjo sobre mojado, circunstancia en las que el coche cuenta menos y las manos del piloto más. Única victoria de Honda en su etapa más reciente en la Fórmula 1.
La carrera resultó un auténtico caos, con lluvia intermitente que permitía múltiples estrategias. En estas circunstancias Button siempre ha demostrado ser un maestro. Con esta victoria, Jenson se quitaba de encima la carga psicológica de haber competido 6 años en F1 sin lograr una victoria.
Es indudable el mérito de Button en Hungría, especialmente por el fuerte dominio de Renault y Ferrari durante aquella temporada, pero el Honda había apuntado maneras a principio de campeonato: finalizaron en 4ª posición el campeonato de constructores.
Button logra su primera victoria en un Gran Premio a los mandos de un Honda pese a salir en la 14ª posición debido a una penalización por cambio de motor. La remontada, al igual que gran parte de las victorias inesperadas de este post, se produjo sobre mojado, circunstancia en las que el coche cuenta menos y las manos del piloto más. Única victoria de Honda en su etapa más reciente en la Fórmula 1.
La carrera resultó un auténtico caos, con lluvia intermitente que permitía múltiples estrategias. En estas circunstancias Button siempre ha demostrado ser un maestro. Con esta victoria, Jenson se quitaba de encima la carga psicológica de haber competido 6 años en F1 sin lograr una victoria.
Es indudable el mérito de Button en Hungría, especialmente por el fuerte dominio de Renault y Ferrari durante aquella temporada, pero el Honda había apuntado maneras a principio de campeonato: finalizaron en 4ª posición el campeonato de constructores.
2004 – Trulli
(Renault)
En una temporada de rotundo dominio de Ferrari en plena era Shumacher, Jarno Trulli logra una inesperada victoria con un Renault. Tuvo que ser en Mónaco, otro escenario clásico de resultados inesperados. El gran premio tuvo de todo: salidas abortadas, accidentes, safety cars… y una polémica acción de Ralf Schumacher que privó a Alonso de disputar la sorpresa con el otro Renault en pista.
Su victoria se gestó en una pole position estratosférica, bajando del minuto y catorce segundos, la vuelta más rápida en la historia de este gran premio. Renault se había mostrado como una escudería medianamente competitiva durante las 2 temporadas anteriores, por lo que el mérito de la victoria podría parecer relativo, pero el escenario y la forma en que el piloto italiano controló la carrera no deben ser menospreciados.
2003 – Alonso (Hungría)
Ganar un gran premio no está al alcance de todo el mundo. Lograrlo con una de las escuderías que no aspiran al mundial, está al alcance de menos. Eso es lo que hizo Alonso en Hungría en 2003, y lo hizo con un dominio aplastante y sin circunstancias que alterasen el curso normal de la carrera. Simplemente fue el mejor.
Sin duda el Renault era un coche competitivo, pero su victoria, lograda por el piloto más joven de la historia en ese momento, en una temporada de dominio de Ferrari y Williams, no entraba en los pronósticos. Anunciaba el nacimiento de un gran campeón.
2003 – Fisichella (Brasil)
Caos absoluto en el gran premio de Brasil 2003, bajo un tremendo aguacero. Numerosos accidentes dejan fuera a los principales favoritos. La victoria va a parar a Fisichella y su Jordan, con polémica incluida: los comisarios dieron como vencedor inicialmente a Raikonnen, por lo que tuvieron que intercambiar trofeos la siguiente semana (ver foto). La carrera se tuvo que interrumpir tras un brutal accidente en cadena entre Webber y Alonso.
1998 – Damon Hill (Jordan)
Si estrambótica fue la victoria de la escudería Jordan en 2003, la que obtuvo en 1998 de la mano de Damon Hill no le fue a la zaga. Aquel año, en el espectacular circuito belga de Spa, el hijo del mítico Graham Hill logra su última victoria en F1 y probablemente la más valiosa, al hacerlo a los mandos de un Jordan. Sus 19 triunfos anteriores siempre fueron pilotando un poderoso Williams, el coche dominador de los 90.
Su victoria en 1998 en Bélgica vino precedida por un accidente caótico en la salida que dejó fuera de combate nada menos que 13 coches. Carrera sobre mojado, como no. Sin intención de restar méritos a Hill, no es lo mismo competir contra la mitad de la parrilla… Vale la pena ver el video del accidente. Nunca antes se había generado una chatarra tan cara en tan pocos segundos.
En su favor, decir que Hill salía de un meritorio tercer puesto de la parrilla, y que tuvo la habilidad de evitar el accidente masivo pese a que sucedió justo delante suyo, cuando Coulthard perdió el control de su monoplaza.
1996 – Olivier Panis (Ligier)
Si tengo que quedarme con la victoria más sorprendente de los últimos 40 años de Fórmula 1, la de Panis y su Ligier en Mónaco 96 estaría entre las 2 o 3 finalistas. Olivier Panis nunca más ganaría un gran premio en una trayectoria profesional que se extendió hasta los 40 años. Y Ligier distaba de ser la escudería que animó los campeonatos de los años 70, lo que le acabó conduciendo a su desaparición pocos años después. Sin duda, si alguien hubiese apostado por Panis ese día, habría ganado mucho dinero.
¿Cómo pudo darse una victoria de un piloto menor en un monoplaza tan poco competitivo? Condiciones extremas bajo lluvia en un circuito urbano tan complicado como es Mónaco motivaron que sólo finalizasen 3 monoplazas. Panis tuvo el acierto de ser el primero de ellos, pese a partir de la 14ª posición de la parrilla.
1992 – Shumacher (Benetton)
En una temporada de dominio aplastante de Nigel Mansell y su Williams, con esporádicas victorias de Mclaren, sólo Schumacher y su Benetton lograron romper la monotonía con una victoria en Bélgica. Fue la primera victoria de las 91 que lograría en su carrera y la última de un monoplaza con cambio de marchas manual, algo que suma mérito a su resultado
Como muchos otros grandes campeones, Michael inauguraba su casillero de victorias en una escudería que en aquel momento no era ganadora. Sin duda Benetton llevaba años obteniendo buenos resultados, con victorias aisladas en campeonatos previos, pero estas victorias siempre llegaban en circunstancias excepcionales. Benetton se labró un currículum recogiendo las migajas que dejaban Mclaren y Williams, asentando una estructura que posteriormente daría dos mundiales al piloto alemán, y varios años después, ya bajo la denominación Renault, dos más para el piloto español Alonso.
Michael completó una buena temporada en el 92, acabando tercero en el campeonato, la misma posición que ocupó su escudería en la clasificación de constructores. El Benetton era un gran coche, pero el extraordinario nivel de los Williams aquella temporada da brillo al papel realizado por esta escudería, y especialmente al de su entonces joven promesa.
1989 – Nannini (Benetton)
Si decimos que Alessandro Nannini obtuvo su única victoria en la F1 a los mandos de un Benetton, en una época de fuerte dominio del binomio Mclaren-Honda, puede parecer sorprendente. Si aclaramos que la victoria fue en Japón, después de que los dos pilotos de Mclaren, Senna y Prost, chocasen entre ellos, se entiende mejor. Estamos hablando del célebre episodio que decidió el mundial del 89. A río revuelto, ganancia de pescadores… y Nannini supo pescar su victoria el día en que todos los focos apuntaban al duelo que se estaba disputando por el título mundial.
Alessandro era un prometedor piloto. Su carrera se vería truncada tan sólo un año más tarde, al perder un brazo en un accidente de helicóptero, después de haber rechazado fichar por Ferrari y seguir apostando por la escudería que había confiado en su talento. Siempre ha quedado la duda de dónde podría haber llegado.
1986 – Berger (Benetton)
Benetton lograría varias victorias de mérito entre los años 89 y 93, compitiendo contra escuderías de mayor presupuesto y tradición. Esta senda le llevaría a ser campeona del mundo con Schumacher. Pero su historia de éxitos arranca en 1986, con una extraordinaria victoria del joven piloto austríaco Gerhard Berger en México. Aquella temporada Benetton equipaba el potente y poco fiable motor BMW de 4 cilindros y neumáticos Pirelli, frente a la opción mayoritaria del resto de escuderías, Good Year. Justamente el comportamiento de los Pirelli, menos rápidos pero más duraderos, fueron la clave de esta victoria inesperada. Berger no paró a cambiarlos.
Benetton finalizaría aquel año en sexta posición del campeonato de constructores, el año en que Williams logró lo que parecía imposible: ganar 9 carreras y perder el mundial.
1977 – Alan Jones (Shadow)
Sorpresa mayúscula en el GP de Austria del 77. Alan Jones, futuro campeón del mundo con Williams, lograba la victoria partiendo desde la 14ª posición a bordo de un Shadow. Única victoria en el mundial para esta modesta escudería en toda su historia. Nuevamente, unas confusas condiciones meteorológicas propiciaron la sorpresa, pero sólo los pilotos con talento – como Jones – son capaces de aprovechar oportunidades de este tipo con un monoplaza tan poco competitivo.
Shadow finalizó el campeonato de constructores en séptima posición. Aquel año 77 vería también otro resultado inesperado. Lafitte, a bordo de un Ligier, lograba también su primera victoria en Suecia. Ligier sería en los años sucesivos una escudería capaz de ganar grandes premios de forma regular, pero en aquel momento su competitividad brillaba por su ausencia. De hecho, finalizaron el campeonato por detrás de Shadow.
Ronny Peterson era considerado por muchos de sus compañeros
como el mejor piloto de su generación. Por desgracia, pocas veces contó con un
monoplaza a la altura de su talento, lo cual no le impidió firmar más
actuaciones memorables. Una de ellas, probablemente la más meritoria de su
carrera, fue la victoria cosechada en Italia en 1976, a los mandos de un March.
Sería la última victoria de esta escudería en la Fórmula 1, y un resultado
inesperado que ponía en valor el talento del piloto sueco, que partía de la 10ª
posición de la parrilla de salida. Ese gran premio pasaría a la historia por el
retorno de Lauda a la competición tras su grave accidente en el gran premio de
Alemania. Paradójicamente, Peterson perdería la vida en ese mismo circuito dos
años más tarde, cuando por fin contaba con un coche a la altura de su talento
(Lotus).
1976 depararía más resultados sorprendentes. Ese mismo año,
John Watson logra la única victoria de la escudería Penske en la Fórmula 1. Fue
en Austria.
1975 – James Hunt (Holanda)
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